Gustavo Alfredo García Gutiérrez
La tesis aborda,[1] de manera comparativa, la territorialidad de dos grupos de pescadores indígenas del Golfo de California: los cucapás de Baja California y los yaquis de Sonora. En la práctica haliéutica de estos pescadores indígenas se conforman los “territorios acuáticos”, entendidos como la territorialidad ejercida por los pescadores en el río y el litoral, sobre los cuales reclaman derechos. Estos derechos se nutren de referentes culturales y posibilitan, en ese sentido, el acercamiento a la percepción del territorio -otro interés del trabajo- a partir de su concreción en reivindicaciones.
Si bien para los pescadores los entornos acuáticos y terrestres son espacios diferenciados, con características específicas, también son concebidos como ámbitos interrelacionados y partes de un mismo territorio. La territorialidad indígena abreva de referentes diferenciados respecto de la sociedad mestiza. Y si sus dominios territoriales han sido mayormente constreñidos en la institucionalidad agraria, su contraparte acuática se ha enfrentado al “sesgo terrestre”, según el cual las únicas posibilidades fenoménicas de los territorios son las porciones continentales; el mar, y en menor medida los ríos, son concebidos como espacios poco susceptibles de apropiaciones dada la imposibilidad de establecer fronteras tangibles. Este sesgo hunde sus raíces en la tradición occidental de sociedades agrarias y sedentarias, pero tiene cierto umbral de compatibilidad con los pueblos mesoamericanos.
En los grupos abordados, y otros pueblos/tribus de la llamada Aridoamérica, la apropiación del espacio tuvo derroteros distintos frente al contexto ambiental: el desierto. La movilidad constante, la trashumancia a lo largo de ciclos anuales y por los distintos nichos ecológicos disponibles ‒sierra, valle, costa‒ fue una estrategia para garantizar la sobrevivencia mediante la caza, la recolección, la pesca y la agricultura. El legado de esta forma de apropiación territorial, que suponía grandes espacios geográficos, fue y es un poderoso referente en sus respectivas reivindicaciones territoriales.
Los distintos procesos de colonización fueron cercando y reduciendo estos espacios vitales frente a la consolidación de población no indígena. En lugar de sancionarterritorios, ya en el siglo XX, se instituyeron núcleos agrarios ‒ejidos, comunidades‒ acotando su acepción en virtud de su uso productivo (agropecuario). En la relación con el litoral, a finales del siglo XX, las políticas ambientales neoliberales fincadas en la relevancia ecológica del Golfo de California y los ordenamientos productivo-pesqueros, han supuesto cambios en la territorialidad y normatividad nativa, además de traducirse en grados diferenciados de intervención estatal. El resultado ha sido el surgimiento de escenarios atravesados por una constelación de legalidades (ambiental, pesquera, agraria, hídrica) donde se imbrican las normatividades
El surgimiento de una narrativa ambiental ha incidido en medidas que han afectado los derechos territoriales de estos pueblos indígenas y sus pescadores. La práctica haliéutica indígena es agrupada en la categoría de pesca artesanal sin ningún distingo; si bien, efectivamente, tanto cucapás como yaquis son pescadores artesanales, este sector no es homogéneo, en términos de capitalización, artes de pesca, esfuerzos pesqueros e impactos ambientales. El rasero de la legalidad les impone el mismo tratamiento sin considerar los derechos que como pueblos indígenas son beneficiarios.
Para completar el cuadro del escenario regional, a la par encontramos otros actores que se mueven en el eje de la legalidad/ilegalidad vinculados al trasiego de drogas y la pesca furtiva de especies protegidas: la totoaba cuyo buche (vejiga natatoria) alcanza un valor en los mercados negros de hasta cinco mil dólares estadunidenses. Actores que inciden en la territorialidad de cada grupo.
Así pues, los mapas elaborados en el ProSIG-CSH por el geógrafo Ricardo Hernández, con información aportada por mi trabajo de campo (ver mapas adelante), me permitieron representar la relación entre distintos aspectos de la territorialidad de cada grupo de pescadores. Un primer eje fueron los núcleos agrarios, es decir, los espacios sobre los cuales los integrantes de los grupos indígenas abordados son titulares legales, desde la perspectiva estatal, y aquellos espacios fuera de esta titularidad sobre los cuales reivindican derechos; esto, para tratar de ilustrar algunos referentes culturales sobre el espacio. Aquí se entrecruzaron distintos aspectos y formas de representar/delimitar el espacio, pues en cada caso se imbricaban las territorializaciones normativas estatales/sectoriales (pesquera, ambiental, hídrica, marítima, política) y las indígenas (sistemas normativos, referentes culturales, territorios acuáticos).
El uso de los mapas posibilitó un acercamiento a la representación cartográfica de aquellos espacios acuáticos
‒conformados por río y mar‒ sobre los que los pueblos indígenas involucrados, particularmente los pescadores, reclaman derechos. El fundamento fue el trabajo de campo realizado durante las distintas temporalidades de la dinámica pesquera de cada grupo, además de la información oficial disponible (agraria, ambiental). Entre los yaquis, dada su titularidad legal y la relativamente extensa franja litoral sobre la que tienen derechos, prácticamente todo el año es posible acercarse a su práctica haliéutica, salvo un par de meses debido de las vedas. La interpretación que de las concesiones del Estado mexicano -el decreto de exclusividad pesquera- hacen los actores fue otra fuente para la representación cartográfica. Concesiones que resultan de movilizaciones y coyunturas políticas e implican interpretaciones subjetivas sobre su alcance.
Respecto al caso cucapá, la pesca representa una actividad menos disponible temporalmente, dado que tiene lugar en un lapso de entre ocho y diez semanas al año y es más susceptible a las territorializaciones ambientales y federales de corte marítimo e hídrico). En términos de representación cartográfica, el caso cucapá supuso un ejercicio más reflexivo, dado que la territorialidad de este grupo está más fragmentada por la legalidad estatal, lo cual supuso retos para intentar dar cuenta de la territorialidad cucapá. La competencia entre cucapás y actores pesqueros no indígenas y su lugar de origen, las localidades pesqueras no indígenas (el Golfo de Santa Clara y San Felipe), permitieron ubicar un referente espacial para ubicar la dinámica que tiene lugar en el Alto Golfo en relación con el territorio acuático y otros actores pesqueros regionales.
Así pues, en términos generales, la elaboración de los mapas me permitió hacer visibles un conjunto de relaciones sociales en el espacio, ejercicio en el cual la elaboración de pequeños ejercicios de cartografía colaborativa con cada grupo fue un insumo decisivo.
[1] García Gutiérrez, Gustavo Alfredo (2021), “Entornos acuáticos y normatividad ambiental. De pesca, ríos y conservación ecológica en el Golfo de California: estudio comparativo entre los yaquis de Sonora y los cucapás de Baja California, México (1990-2018)”, tesis de Doctorado en Antropología Social, presentada el día 26 de febrero de 2021 en reunión virtual desde la Ciudad de México, CIESAS, Ciudad de México.
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